sábado, 28 de marzo de 2009

Creencias populares sobre los árboles.

- ABEDUL Plantado en las cercanías de las casa sirve de amuleto contra la adversidad, a tiempo que protege de los malos espíritus.

-ACEBO Es el símbolo de la previsíon y de la buena suerte guardar algunas hojas acompañando los ahorros.

-AVELLANO Se plantan Avellanos en los linderos de las casa para preservarlas de los maleficios.

-FRESNO Ahuyenta el rayo y las tormentas; también las culebra. De la sombra decía Plinio que era " tan aborrecida de las serpientes, que antes atravesarían por el fuego que por ellas ".

-HIGUERA Asegura la tradición blíblica que las hojas de la Higuera sirvieron para cubrir la desnudez tras el pecado original.

-LAUREL Ahuyenta los malos espíritus de la casa. Se le atribuye al bendecido el Domingo de Ramos gran eficacia si se le coloca en las cabeceras de las camas, en las puertas y en los sembrados, como medida para sentirse bien anímicamente.

-NOGAL Por su tradición, se le teme como responsable de caídas de rayos cerca suyo. La sombra del Nogal es nociva para la salud. " Enferma a quiénse sienta o duerme en su círculo".

-ROBLE Sana a los enfermos que pasan por sus hendiduras, libra a los que padecen enfermedades contagiosas y tiene un caracter purificador. El mismo caracter se le atribuye a la Encina.

-SAUCO Conocido cómo Sabugu, Beneito... sus flores, recolectadas en el anochecer o amanecer de San Juan gozan de excepcionales virtudes medicinales.

-TILO Simboliza el amor y la fidelidad. Es una costumbre extendida, la de plantar un Tilo el día de la boda.

Fuente: Inciclopedia Wikipedia.

domingo, 22 de marzo de 2009

El Tejo . Mitología asturiana.


El Tejo (Texu) es árbol sagrado de los astures, por excelencia, el árbol sagrado de la mitología asturiana, pues representa el vínculo del pueblo asturiano con la tierra, con la religión antigua, con los antepasados. Además, es un árbol de gran sentido religioso, encontrándosele al lado de muchas ermitas y cementerios asturianos. Pero es también el árbol de la oscuridad, de la penumbra, de la muerte. Con veneno de tejo se suicidaban los guerreros astures antes de ser derrotados y caer en la esclavitud. Así, en la batalla del Monte Medulio los astures se dieron muerte con la espada, el fuego, y el veneno de tejo. El Tejo simboliza por tanto el paso al Otro Mundo y por ello hoy goza este árbol de gran importancia en las celebraciones del Día de Difuntos, donde se lleva a los difuntos una rama para que les guíe en su retorno al País de las Sombras. El vínculo entre el tejo y el mundo de los muertos es reconocido no sólo en Asturias, sino en otras tierras célticas del occidente europeo, como Bretaña o Irlanda, donde era costumbre plantar tejos en los cementerios en lugar de cipreses, y se creía que las raíces de dichos árboles alcanzaban la boca de los muertos enterrados en sus tumbas.

Fuente: http://es.wikipedia.org /

sábado, 14 de marzo de 2009

Los tres árbolitos.

Érase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos y pensando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes.

El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros, quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo".

El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino hacia el océano y dijo: "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar poderosos reyes sobre mí. Yo seré el barco más imponente del mundo".
El tercer arbolito miro hacia el valle que estaba bajo la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo trabajador, y dijo: "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantaran su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo."
Los años pasaron. . Llovió, brilló el sol, y los pequeños árboles crecieron alto.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña.
El primer leñador miró el primer árbol y dijo: "!Qué árbol tan hermoso es este!", y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó. "Ahora me van a convertir en un baúl hermoso, contendré tesoros maravillosos" dijo el primer árbol.
El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo: "!Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí!" y con la arremetida de su hacha brillante el segundo árbol cayo.
"Ahora deberé navegar por aguas temibles, deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos", pensó el segundo árbol.
El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miro. El árbol se paro derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo.
Pero el leñador siquiera miro hacia arriba y dijo: "!Cualquier árbol es bueno para mi!" y con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayo.

El primer árbol se emociono cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimentos para animales de granja.
Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de la cortadora y llenado con alimento para animales de granja.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso, aquel árbol fue cortado y convertido en un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en océano, ni siquiera un río, y fue llevado a un pequeño lago.

El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo corto para hacer tablas fuertes y lo abandono en un almacén de madera. "¿Que estará pasando?", fué lo que se preguntó el árbol, "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios".

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró el primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. "Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebe" Dijo su esposo a la mujer, la madre le apretó la mano a su esposo y sonrió mientras la luz de la estrella dorada alumbraba la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo: "Este pesebre es hermoso". Y de repente el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande el mundo.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca.
El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se lleno de temor, el sabia que no tenia la fuerza de llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levanto y alzando su mano dijo: "Calma", la tormenta cesó tan rápido como comenzó.
Y de repente el segundo árbol supo que el llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asusto al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se lleno de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo en la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que "EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO".
Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol mas alto del mundo.

Fuente: Blog de Cabalayka.

domingo, 1 de marzo de 2009

La leyenda del Árbol del Amor.



Aralia paperifer, de origen europeo,frondoso árbol siempre verde. Es un árbol muy especial, perteneciente a una especie rara, tanto que se dice que no hay otro ejemplare en el continente americano, que él que hace referencia a ésta leyenda.

En pleno centro de la ciudad de Zacatecas, a espaldas del portal de Rosales y frente al ex convento San Agustín, se encuentra una plazoleta arbolada que antes fuera un pequeño jardín. Es la actual plazoleta de Miguel Arzua. En este apacible lugar se daban cita feligreses, vendedores y aguateros cuya calma provinciana, la prisa no tenía lugar y sí la vida y el calor humano.Ahí, regado con el vital líquido que le sustentaba y con las lágrimas derramadas en silencio por tres seres marcados por un destino común, se encuentra el árbol que fue testigo de sus amores.

En el pasado, el templo de San Agustín daba vida espiritual a este bello rincón de ensueño, para los enamorados.

Aralia, la hermosa jovencita que dió origen al nombre con que se conoce al árbol, vivía en una de las señoriales casas que daban al jardín. Con la lozanía de su edad, propicia para el primer amor, su cantarina risa contagiaba la alegría de vivir a todo lo que la rodeaba.

Era Juan un humilde paro risueño y noble aguatero, que aun despierto soñaba encontrar una veta de plata para ofrecérsela a Oralia, a quien amaba en silencio, pero sabiéndose pobre la veía como a la más remota estrella.

Por las tardes, al salir de la mina, Juan se convertía en el alegre aguatero que ensayaba junto a su paciente burro improvisados versos de amor, caminando con ilusión de contemplar a Oralia, al entregarle el agua, como ésta regaba las plantas del jardín y en especial el árbol que cuidaba con esmero.
Oralia sentía nacer un entrañable cariño, más allá de la amistad, por el aguatero que por su parte día a día se ganaba también la estima de las familias.

Pero sin saberlo, Juan tenía un rival, que tras la etiqueta de la cortesía y modales refinados, cpnquistaba cada vez más a Oralia, quien experimentaba sentimientos encontrados hacia Pierre, un frabcés que la colmaba de atenciones.

El destino trajo al francés a su casa al ocurrir la ocupación por las tropas invasoras en 1864 y por cortesía las familias le brindaban un trato diferente al estranjero, discupándolo de los actos de un gobierno al que debía obediencia. El francés, siempre impecable en sus modales y pulcre en el vestir, les visitaba no por devolver la cortesía sino con la secreta esperanza de impresionar a Oralia, de quién se había enamorado.
Con el permiso de sus padres, solían sentarse bajo la sombra del árbol que Oralia cuidaba; ella escuchaba al francés la descripción que de su patria hacía y dejaba volar su imaginación.

Juan sufría en silencio al verlos juntos, incapaz de hacer nada para evitarlo. Notaba las barreras sociales que los separaban y más eran sus sueños de encontrar la veta de plata, para realizar sus sueños.

Trabajaba duro en minas abandonadas; al final de la jornada, el agua de las minas le limpiaban el polvo que cubrían su piel. Con su fiel burrito iban a llenar sus botes de agua de la fuente y la repartía a las familias, cuidando de dejar al final, la casa de Oralia para disponer de un poco más de tiempo para estar en su compañia.

Oralia lo esperaba con impaciencia para que la ayudara a regar su árbol. Al hacerlo, su regocijo se manisfestaba en el lenguaje secreto de los enamorados. El árbol lo sabía y el susurro de sus hojas se confundía con el rumor de las risas de los jóvenes, mientra su follaje se inclinaba, en un intento de protegerlos de miradas indiscretas.

Oralia una tarde llegó hasta el templo. Arrodillada frente al altar lloró en silencio al comparar dos mundos tan opuestos. Su plegaria imploraba ayuda para tomar la decisión acertada en tal cruel dilema.
Al salir del templo sin haber podido tomar una resolución, se sentó en silencio bajo el árbol y el llanto volvió a brotar.
Su angustia provocaba la alteración del ritmo de los latidos de su corazón, cuando en su regazo cayó suavemente un racimo de cristalinas lágrimas que conmovido el árbol le ofrecía como amigo amoroso en su consuelo y al tacto de sus tiernas manos, las lágrimas del árbol se convirtieron en un tupido racimo de flores rosadas.
Oralia recuperó la paz junto a su árbol y encontró el valor para decidirse por su aguatero, sin importarle su humilde condición.

Al otro día, el francés se presentó puntualmente en la casona y con el semblante muy triste comunicó de su partida del país. Otros vientos políticos flotaban en la nación y era urgente su traslado a Francia. Se llevaba el corazón destrozado por tener que abandonar a Oralia y la despedida era mas amarga aún por saber que jamás volvería a verla.

Mientra tanto, en la profundidad de la mina, Juan vislumbra un tenue brillo, tan sutil como la ilusión; una corazonada hizo intuir la veta que buscaba y continuó la aura roca que aún se resistía a entregar al joven su argentífera savia.
Al día siguiente al llegar con el agua, Oralia lo notó más alegre que de costumbre, no se pudo contener y al verlo tan feliz le dió un gran beso junto al árbol del Amor que regaban ahora entre risas.

Juan ni se acordó de su rica veta de plata y más aún olvidó el discurso que toda la noche había ensayado, al ver caer racimos de flores rosadas del árbol, que así compartía la culminación de tan bello idilio en aquel bello jardín, hoy plazoleta de Miguel Arzua frente al ex templo de San Agustín.

Desde entonces las parejas de enamorados, consideran de buena suerte refugiarse bajo las ramas del Árbol del Amor, para favorecer la perduración de su romance.

Fuente: Leyendas de Zacatecas; Cuentos y Relatos.
Autor : Joaquin García Luna.