domingo, 2 de mayo de 2010

El árbol y la poesía ( II )


Árboles

1919

¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?

Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?

Federico García Lorca.

domingo, 25 de abril de 2010

El árbol y la poesía


POEMA DEL ÁRBOL

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento…

Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.

Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde…

Antonio Machado

domingo, 18 de abril de 2010

LA Etica del Arbol Sagrado


Cada mañana, al despertar, y cada noche, antes de dormir, dar gracias por la vida que fluye dentro de ti, por todas las manifestaciones de la vida, por todo lo bueno que el Creador te ha dado y les ha dado a los demás, y por la oportunidad de crecer cada día un poco más. Debes dar gracias por los pensamientos y las acciones del día anterior y por la decisión de perfeccionarte y la fuerza que te lleva a esforzarte por conseguirlo. Debes pedir que sucedan cosas que beneficien a todos.

2. Respetar significa sentir admiración o tenerle estimación a alguien o a algo; tomar en cuenta su bienestar o tratarlo con deferencia y cortesía. Mostrar respeto es una ley fundamental de la vida.

* Tratar siempre con respeto a todos, desde el niño más pequeño a la persona más anciana.
* Tratar con un respeto especial a los mayores, a nuestros padres, a los maestros y a los dirigentes de la comunidad.
* No rebajar a nadie; evitar herir a otros corazones así como evitarías un veneno mortífero.
* No tocar nada que pertenezca a otra persona (especialmente los objetos sagrados), sin contar con su autorización o con un acuerdo entre ambas.
No interrumpir jamás a otras personas cuando están hablando.
* Respetar la intimidad de todos. No interrumpir a nadie cuando esté en el silencio o cuando se haya aislado en su espacio personal.
* No hablar nunca mal de nadie, ya sea delante de la persona o cuando no esté presente.

* Tratar a la Tierra, en todos sus aspectos, como a tu madre. Mostrar un profundo respeto por el mundo mineral, el mundo vegetal y el mundo animal. No hacer nada que contamine al aire o al suelo. Si otros pretenden destruir a nuestra madre, erguirse con sabiduría para defenderla.
* Mostrar un profundo respeto por las creencias y las religiones de los demás.
* Escuchar con cortesía a los demás, incluso si sientes que lo que dicen no tiene valor.



3. Respetar la sabiduría del pueblo en sus consejos o reuniones. Una vez que hayas aportado una idea en un consejo o una reunión, ella ya no te pertenece; pertenece al pueblo. El respeto exige que escuches con cuidado las ideas de los otros miembros del consejo y que no insistas en que tu idea es la mejor. Debes apoyar con mucha libertad las ideas de los demás si son verdaderas y buenas, inclusive si son muy diferentes a las que tú has aportado. El choque entre las ideas enciende el chispazo de la verdad. Una vez que el consejo haya decidido algo de común acuerdo, el respeto exige que nadie hable en secreto en contra de lo decidido. Si el consejo ha cometido un error, ese error quedará claro ante todos con el paso del tiempo.

4. Actuar con honestidad en todo momento y en toda circunstancia.

5. Tener presente que lo que daña a uno daña a todos; el reconocimiento recibido por uno es de todos.

6. Recibir a los desconocidos y forasteros con una actitud afectuosa, como miembros de la familia humana.

7. Estar consciente de que todas las razas y tribus del mundo son como flores de distintos colores que florecen en la misma pradera. Todas son hermosas. Por ser hijos del Creador, todas merecen respeto.

8. Servir a los demás o ser útil a la familia, la comunidad, la nación o el mundo. Éste es uno de los propósitos principales por los cuales han sido creados los seres humanos. No te preocupes de tus propios asuntos ni olvides tu tarea más importante. Quienes consagran su vida al servicio de los demás son los únicos que conocen la verdadera felicidad.

9. Actuar con moderación y respetar el equilibrio en todas las cosas.

10. Saber qué contribuye a tu bienestar y qué te conduce a la destrucción.

11. Prestar atención a los consejos que te dan y seguirlos desde el corazón. Estar abierto a recibir consejos que te lleguen de muchas maneras: en la oración, en los sueños, cuando estás solo y en silencio, y a través de las palabras y actos de los mayores y de los amigos sabios.

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Textos del libro El Árbol Sagrado, ed. Sello Azul.

domingo, 21 de junio de 2009

Poesía del Abedul



Con las livianas semillas
que al páramo trajo la brisa
vinieron con alas de aire y prisa
el adusto pueblo de las maravillas.

Cruzaron la línea del rojo sendero
Destellos del sol radiante,
Los colonos de tronco austero
arraigando en el suelo, en aquel instante.

Enraizadas firmes, las fértiles simientes
Crearon el bosque de nuestra memoria
Especie muda que observó nuestra gloria
Cayendo en el olvido de nuestras gentes.

Protectores fuisteis, de los pueblos alados
¡Vosotros, tribu de los abedules!
La diosa os prometió los caminos dorados
Las sendas hacia los cielos azules.

Recuerdos sois, de viejos santuarios
De nuestra tribu, raíces reencontradas
Sois siempre, mensajeros y emisarios
de los alados entes y de las hadas.

Os nombro, entre mi gente
Para restablecer el círculo sagrado
Para madurar en el vínculo añorado
Y devenir uno, con vuestra simiente.

Viejos amigos, enlazados con nuestra energía
Supremos, sabios y confidentes hermanos
Pacientes en quietud, calma y armonía
Sois nuestros misterios y enigmas arcanos.

Sabemos de vuestras riquezas divinas
De vuestras cortezas y mágicas ramas
De vuestras dulces savias y resinas
Sabemos de curativas medicinas
Que sanan febriles cuerpos y ajadas almas.

Flores de abedul en nuestros cabellos
Hechizos en las noches estancas
Vuestros espíritus como destellos
en nuestras ánimas blancas.

Hojas de vuestro ensueño y estrellas
De vuestro amanecer vital
Os admiramos como a hadas bellas
Cuando recorren la noche boreal.

No importa las palabras que escriba
No es causa primordial
Importa, esta emoción tangible y real
Vivir lo que el árbol nos inscriba
en nuestro corazón tribal
Importa lo que el espíritu reciba
del abedul estoico y fraternal.

Os abrazamos abedules
Aspiramos el aroma de vuestras flores
Saboreamos vuestros frutos de amores
soñando con Lunas Azules,
cuando la diosa, atiende nuestros clamores
¡Ya suena la danza de los abedules!

Melodías entre zarzas
La diosa muestra sus primores
La hoguera crepita en los albores
de la noche que se alza
con matices seductores.

Se oyen grullas y garzas
Con sus coros delatores
Son los compases que ensalzan
a estos árboles cantores.

Iolair Faol

domingo, 14 de junio de 2009

El gran Yuchán ( Palo borracho blanco )


Antiguamente el agua, que era el mar, estaba adentro de un palo borracho grande. Esto era muy al principio. Ahí nació Lawo, el Arco iris, y un pez: el dorado.
Mucha gente pasaba por ahí, pero les estaba prohibido pescar el dorado. Por esa época pasó Tokjuaj con sus flechas. Sacó una y flechó el pez.
El yuchán se partió y se inundó el mundo. Tokjuaj trató de escapar corriendo pero el agua lo seguía. Dos meses corrió con el agua atrás. Quiso transformarse en pez pero los peces también lo perseguían. No había forma de escapar. Entonces se transformó en chajá.
Voló muy arriba, hasta que se le cayeron las plumas y comenzó a caer. En su caída gritaba: “me transformaré en mortero”, Y cayó adentro de un pozo. Ese pozo era muy profundo. Tokjuaj se transformó en murciélago, y mientras estaba tratando de salir, vio una víbora muy grande que quería tragárselo.
Por fin escapó. Pero el viborón le pudo agarrar una punta del ala. Y se enredó en una tela de araña.
Tenía hambre y no sabía que hacer. Entonces se le ocurrió chupar sangre. Desde entonces el murciélago chupa la sangre. Le chupó al anta y a las corzuelas. Hasta que el tucán empezó a perseguirlo.
Tokjuaj se asustó y se escondió en el gajo de un árbol grande. El tucán golpeó el árbol con su pico y se partió la cabeza de Tokjuaj. Quedó muerto en el piso en forma de murciélago.
El agua que salió del yuchán formó el río Pilcomayo. Las vueltas que da el río Pilcomayo son el recorrido de Tokjuaj huyendo del agua.
Tokjuaj corrió durante dos meses.


Fuente: El ciclo de Tokjuaj y otros mitos de los wichis.
Biblioteca de Cultura Popular, Buenos Aires 1999.

sábado, 6 de junio de 2009

Reflexiones sobre el Arbol Sagrado.


El Árbol Sagrado nació como manual de espiritualidad indígena para indígenas norteamericanos. Los ancianos han profetizado que, volviendo a los valores tradicionales, los pueblos ancestrales pueden encontrar la llave para liberar la fuerza que los guíe a su propia vía de desarrollo. Esta transformación bien podría tener un efecto sanador en el planeta entero.


El Relato

Para todos los pueblos de la Tierra, el Creador ha plantado un Árbol Sagrado, para que se junten bajo su sombra. Es aquí donde la gente encuentra la sanación, el poder, la sabiduría y la seguridad. Las raíces de este Árbol se extienden y penetran profundamente en el cuerpo de la Madre Tierra. Sus ramas se alzan como manos que oran al Padre Cielo.



Los frutos del Árbol son las cosas buenas que el Creador ha otorgado a su pueblo:
el amor, la preocupación por los demás, la generosidad, la paciencia, la sabiduría, la equidad, el coraje, la justicia, el respeto, la humildad y muchos otros dones preciosos.

Los mayores nos enseñaron que la vida del Árbol es la vida del pueblo. Si el pueblo se aparta mucho de la seguridad del Árbol, si olvida comer sus frutos, o si se vuelve contra el Árbol y lo trata de destruir, una gran tristeza caerá sobre él. Muchos se afligirán. La gente perderá su poder. Dejará de soñar y de tener visiones. Empezará a discutir por trivialidades. Ya no sabrán decir la verdad ni ser honestos los unos con los otros. Olvidarán cómo vivir en su propia Tierra. Sus vidas se llenarán de ira y tristeza. Poco a poco, se envenenarán a sí mismos y a todo lo que tocan.

Los que nos precedieron dijeron que estas cosas sucederían, pero también dijeron que el Árbol no moriría jamás. Y mientras viva el Árbol, vivirá el pueblo. Dijeron que llegará un día en que el pueblo despertará de nuevo, como de un largo sueño producido por una droga; empezará nuevamente a buscar el Árbol Sagrado. Al principio, su búsqueda será temerosa, pero poco a poco entenderán cuán importante es.

El lugar del Árbol y sus frutos se ha cuidado y preservado con esmero en las mentes y los corazones sabios de los ancianos y los mayores. Estos individuos humildes y amorosos guiarán a cualquiera que busque honesta y sinceramente el camino que conduce a la sombra protectora y a los frutos del Árbol Sagrado.

Fuente: Mundo Nuevo.

sábado, 23 de mayo de 2009

La aruera ( Lithraea brasiliensis )


Cuenta la leyenda que Aruera era una hermosa indígena cuyo corazón fue roto una y otra vez, muriendo luego llena de amargura.
Cada vez que Aruera se enamoraba, creía ciegamente en las dulces palabras que el enamorado de turno le murmuraba al oído. Pero los que la enamoraban la traicionaban una y otra vez. Pero aún así, ella creyó en el amor infinitas veces, hasta que un día se hartó.
Juró que ya no creería más en las palabras de nadie. Así su sentimiento se convirtío en amargura y luego en veneno, lo cual la condujo a la muerte.
Según la leyenda Aruera habría regresado reencarnada en un árbol, acompañada por el veneno que inundaba su corazón y con la desconfianza de tanta mentira.
Por tal motivo, quién se acuesta a su sombra sufre las concecuencias de su veneno. Conociendo la historia, es que la gente le saluda al revés, engañandola una y otra vez.