domingo, 21 de junio de 2009

Poesía del Abedul



Con las livianas semillas
que al páramo trajo la brisa
vinieron con alas de aire y prisa
el adusto pueblo de las maravillas.

Cruzaron la línea del rojo sendero
Destellos del sol radiante,
Los colonos de tronco austero
arraigando en el suelo, en aquel instante.

Enraizadas firmes, las fértiles simientes
Crearon el bosque de nuestra memoria
Especie muda que observó nuestra gloria
Cayendo en el olvido de nuestras gentes.

Protectores fuisteis, de los pueblos alados
¡Vosotros, tribu de los abedules!
La diosa os prometió los caminos dorados
Las sendas hacia los cielos azules.

Recuerdos sois, de viejos santuarios
De nuestra tribu, raíces reencontradas
Sois siempre, mensajeros y emisarios
de los alados entes y de las hadas.

Os nombro, entre mi gente
Para restablecer el círculo sagrado
Para madurar en el vínculo añorado
Y devenir uno, con vuestra simiente.

Viejos amigos, enlazados con nuestra energía
Supremos, sabios y confidentes hermanos
Pacientes en quietud, calma y armonía
Sois nuestros misterios y enigmas arcanos.

Sabemos de vuestras riquezas divinas
De vuestras cortezas y mágicas ramas
De vuestras dulces savias y resinas
Sabemos de curativas medicinas
Que sanan febriles cuerpos y ajadas almas.

Flores de abedul en nuestros cabellos
Hechizos en las noches estancas
Vuestros espíritus como destellos
en nuestras ánimas blancas.

Hojas de vuestro ensueño y estrellas
De vuestro amanecer vital
Os admiramos como a hadas bellas
Cuando recorren la noche boreal.

No importa las palabras que escriba
No es causa primordial
Importa, esta emoción tangible y real
Vivir lo que el árbol nos inscriba
en nuestro corazón tribal
Importa lo que el espíritu reciba
del abedul estoico y fraternal.

Os abrazamos abedules
Aspiramos el aroma de vuestras flores
Saboreamos vuestros frutos de amores
soñando con Lunas Azules,
cuando la diosa, atiende nuestros clamores
¡Ya suena la danza de los abedules!

Melodías entre zarzas
La diosa muestra sus primores
La hoguera crepita en los albores
de la noche que se alza
con matices seductores.

Se oyen grullas y garzas
Con sus coros delatores
Son los compases que ensalzan
a estos árboles cantores.

Iolair Faol

domingo, 14 de junio de 2009

El gran Yuchán ( Palo borracho blanco )


Antiguamente el agua, que era el mar, estaba adentro de un palo borracho grande. Esto era muy al principio. Ahí nació Lawo, el Arco iris, y un pez: el dorado.
Mucha gente pasaba por ahí, pero les estaba prohibido pescar el dorado. Por esa época pasó Tokjuaj con sus flechas. Sacó una y flechó el pez.
El yuchán se partió y se inundó el mundo. Tokjuaj trató de escapar corriendo pero el agua lo seguía. Dos meses corrió con el agua atrás. Quiso transformarse en pez pero los peces también lo perseguían. No había forma de escapar. Entonces se transformó en chajá.
Voló muy arriba, hasta que se le cayeron las plumas y comenzó a caer. En su caída gritaba: “me transformaré en mortero”, Y cayó adentro de un pozo. Ese pozo era muy profundo. Tokjuaj se transformó en murciélago, y mientras estaba tratando de salir, vio una víbora muy grande que quería tragárselo.
Por fin escapó. Pero el viborón le pudo agarrar una punta del ala. Y se enredó en una tela de araña.
Tenía hambre y no sabía que hacer. Entonces se le ocurrió chupar sangre. Desde entonces el murciélago chupa la sangre. Le chupó al anta y a las corzuelas. Hasta que el tucán empezó a perseguirlo.
Tokjuaj se asustó y se escondió en el gajo de un árbol grande. El tucán golpeó el árbol con su pico y se partió la cabeza de Tokjuaj. Quedó muerto en el piso en forma de murciélago.
El agua que salió del yuchán formó el río Pilcomayo. Las vueltas que da el río Pilcomayo son el recorrido de Tokjuaj huyendo del agua.
Tokjuaj corrió durante dos meses.


Fuente: El ciclo de Tokjuaj y otros mitos de los wichis.
Biblioteca de Cultura Popular, Buenos Aires 1999.

sábado, 6 de junio de 2009

Reflexiones sobre el Arbol Sagrado.


El Árbol Sagrado nació como manual de espiritualidad indígena para indígenas norteamericanos. Los ancianos han profetizado que, volviendo a los valores tradicionales, los pueblos ancestrales pueden encontrar la llave para liberar la fuerza que los guíe a su propia vía de desarrollo. Esta transformación bien podría tener un efecto sanador en el planeta entero.


El Relato

Para todos los pueblos de la Tierra, el Creador ha plantado un Árbol Sagrado, para que se junten bajo su sombra. Es aquí donde la gente encuentra la sanación, el poder, la sabiduría y la seguridad. Las raíces de este Árbol se extienden y penetran profundamente en el cuerpo de la Madre Tierra. Sus ramas se alzan como manos que oran al Padre Cielo.



Los frutos del Árbol son las cosas buenas que el Creador ha otorgado a su pueblo:
el amor, la preocupación por los demás, la generosidad, la paciencia, la sabiduría, la equidad, el coraje, la justicia, el respeto, la humildad y muchos otros dones preciosos.

Los mayores nos enseñaron que la vida del Árbol es la vida del pueblo. Si el pueblo se aparta mucho de la seguridad del Árbol, si olvida comer sus frutos, o si se vuelve contra el Árbol y lo trata de destruir, una gran tristeza caerá sobre él. Muchos se afligirán. La gente perderá su poder. Dejará de soñar y de tener visiones. Empezará a discutir por trivialidades. Ya no sabrán decir la verdad ni ser honestos los unos con los otros. Olvidarán cómo vivir en su propia Tierra. Sus vidas se llenarán de ira y tristeza. Poco a poco, se envenenarán a sí mismos y a todo lo que tocan.

Los que nos precedieron dijeron que estas cosas sucederían, pero también dijeron que el Árbol no moriría jamás. Y mientras viva el Árbol, vivirá el pueblo. Dijeron que llegará un día en que el pueblo despertará de nuevo, como de un largo sueño producido por una droga; empezará nuevamente a buscar el Árbol Sagrado. Al principio, su búsqueda será temerosa, pero poco a poco entenderán cuán importante es.

El lugar del Árbol y sus frutos se ha cuidado y preservado con esmero en las mentes y los corazones sabios de los ancianos y los mayores. Estos individuos humildes y amorosos guiarán a cualquiera que busque honesta y sinceramente el camino que conduce a la sombra protectora y a los frutos del Árbol Sagrado.

Fuente: Mundo Nuevo.