Cuenta esta leyenda que la primera joven charrúa que cayó defendiendo este suelo contra los bandeirantes, crueles cazadores de esclavos, fué enterrada en la ladera de un cerro, cerca de un caudaloso río, junto a un monte lleno de pájaros.
El joven que la amaba se mantuvo en ayunas en ese lugar por varios días, junto a la tumba.
Los bandeirantes volvieron atacar ferozmente la ladera de aquel cerro, donde cayó herido de muerte el joven enamorado.
Los ancianos lo enterraron junto con su amada. Dos montículos de piedras quedaron como testigo de aquella primera ofrenda de sangre.
Al tiempo, el cuerpo de la indiecita charrúa brotó desde la tierra, convertido en ceibo de flores rojas.
En sus ramas, la tribu, vío posado un pájaro de plumaje rojo vigilando el horizonte. Y todos supieron que era el corazón del joven. El corazón se había puesto alas para recordar a su pueblo que no debía aceptar jamás la esclavitud.
La muchacha es ahora ceibo rojo, el muchacho pájaro libre, rojo churrinche libertario.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
creo q tengo q pasarme más a menudo por aquí.
me encanta tu blog.supongo q podría empezar a mirar la naturaleza desde otro prisma y no sólo cuando la busco..
Gracias querido Manolito.Me da mucho gusto verte por acá.Tus palabras me animan y comprometen a seguir en este lugar contando sobre ellos.Gracias otra vez y un cariño grande para tí.
que belleza de leyenda
me encanta el amor que tienes por la naturaleza
Publicar un comentario